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Osteofonía

Desde que me pidieron escribir este artículo sobre la “Pedagogía de la Escucha” o también llamada Osteofonía, he meditado en todas mis sensaciones buscando la forma de poder definir esta experiencia.  Es como querer describir el acto de la Comunicación interior, cómo explicar el hecho de ver el azul de mar, la forma en que nos toca ese color o en qué parte del cuerpo lo sentimos, cómo explicar con palabras el innegable hecho de la comunicación con la que nuestro cuerpo nos pone en contacto en cada instante y cómo con la Escucha de esa comunicación entramos en relación con una realidad mucho más profunda y holística.



Técnicamente podríamos decir que la Osteofonía es la capacidad de “Escuchar desde nuestro cuerpo”, no es lo que solemos entender por oír. La Escucha sería la capacidad de estar en contacto Resonante y Armónico con todos los estímulos, externos e internos que recibimos en cada segundo.  Esto no debe entenderse como una actitud de esfuerzo, si no más bien basada en la relajación a nuestra propia Naturaleza.  Esta capacidad de Escucha es el resultado de la Evolución del ser humano a través de las especies (Filogénesis) y la empezamos a desarrollar en nuestras etapas intrauterinas.

Nuestro cuerpo es la expresión dinámica de unos 3.600 millones de años de Evolución, que de una forma acelerada repetimos en el vientre de la madre, él reúne potencialmente la memoria de todas las especies que en su Adaptación a la Vida dieron lugar al Ser Humano, nos pone en contacto con el entorno de una manera holística y muy bien adaptada, él sabe qué hacer en cada instante sólo tenemos que Escucharlo.
 
Nuestro cerebro tiene conciencia de toda esta aceleración que experimentamos en el vientre materno (3.600 millones de años en 9 meses), quizás sea por eso que intenta acelerar nuestra forma de vida y al cuerpo para igualarlo a esa velocidad de desarrollo con la que nació. En este cerebro tiene lugar el análisis de las percepciones, análisis que se irá haciendo más selectivo según  empezamos a elegir. En este instante comenzamos a diferenciar y separar los tres niveles en que dividimos el mundo que experimentamos, el mundo real, el simbólico y el imaginario, momento en que empezamos a olvidar las relaciones que manteníamos con nuestro cuerpo y damos comienzo a unas vidas imaginadas y simbolizadas, lejos de la realidad y lejos del cuerpo.

Hay un hecho básico que nos separa de nuestro cuerpo y que voy a exponer.  El cuerpo en su naturaleza animal sabe de la Muerte, conoce su mortalidad y de los sufrimientos de la Evolución, es ahí donde la mente no quiere entrar, a la Realidad Corporal. Podemos pensar, simbolizar 

e imaginar todas las vivencias que habitan en nuestro cuerpo desde hace millones de años, pero no vivirlas en su propia realidad natural.  Este es un hecho que nos separa de vivir la Plenitud.  Nos agarramos a un mundo construido de imágenes e ideas a las que creemos realidades. 

Por ejemplo, es fácil que un día, aún sintiendo calor  y  teniendo la sensación de que hará un día caluroso, salgamos a la calle con una ropa de abrigo si la Tv. dijo que haría un día frío o mal tiempo.  Es fácil que aunque nos sintamos satisfechos después de una grata comida, sintamos necesidad de volver a comer después de ver en nuestra Tv. un estudiado y sofisticado anuncio mostrándonos un suculento postre. 

 

Es fácil que huyamos de la comodidad física de las ropas de fibra natural y holgada, utilizando otras que como una horma intentarán embutir a nuestro cuerpo en un esquema imaginario de belleza, donde nos sentiremos cómodos en nuestra imagen (imaginación), no en nuestra realidad.



 

Cuando desarrollé mis estudios de osteopatía y de kinesiología, comprendí la importancia del “Esquema Corporal”, esa impresión de mi mismo grabada  en mi cerebelo a través de la Historia y de la que  mi estructura depende como de los hilos de una marioneta.  Me fue de gran satisfacción descubrir que este esquema corporal no es un solitario Adán en este Paraíso que es mi cuerpo, si no que está compuesto de diferentes esquemas corporales, uno rítmico, otro musical y otro verbal, y que además estos se componían de esquemas emocionales, simbólicos e imaginarios, y que además cada uno tiene un comportamiento diferentes antes los mismos estímulos. 

Creo que cada uno de nosotros es una hermosa coreografía bailada por estos nueve danzarines estimulados por la sinfonía de los estímulos que nos da la Vida, atreverse a liberar estos danzarines, observar cómo mueven y componen nuestro cuerpo y como nuestro cerebro vive más y más cuanto más bailan es el arte de Escucharnos.

Parte de los ejercicios de Osteofonía se realizan con la acústica en el interior del agua, a unos 37º C, esta composición de estímulos, individual para cada paciente y cada curso, son el resultado de largos procesos de estudio sobre embriología, acústica, fisiología, anatomía y psicosomática.  En el agua debido a que hay un cambio de presión sobre nuestra piel experimentamos una comprensión diferente del esquema corporal, este hecho unido a que la acústica en el líquido tiene lugar por el cuerpo, no por el aire, y que el medio de comunicación acuático nos permite una velocidad de difusión de los estímulos acústicos muy por encima de la aérea, estimula al sistema nervioso a recurrir a la forma de Escucha intrauterina para la recepción y adaptación, lo que permite movilizar todas las informaciones que por algún motivo no se pudieron vivir en nuestro desarrollo intrauterino original, despertando los recuerdos embrionarios y dándonos la oportunidad de vivir lo no vivido.

 

Al igual que nuestro cuerpo vive de alimentos materiales, comida, nuestro sistema nervioso vive de información, podemos comprobarlo con el siguiente ejemplo, imaginemos que asistimos a una conferencia donde el orador habla de forma pobre, falto de vocales y armónicos, nuestro esfuerzo para comprender su mensaje nos pondrá en estrés y llegará un momento en que aparecerá un agotamiento nervioso en forma de mal humor o desinterés.  Imaginemos que la comprensión de esta conferencia es vital para nuestra supervivencia, entonces aparecerán diferentes comportamientos más extremistas y el estrés puede ser tal que nos enferme a diferentes niveles.  Justamente esto es lo que tiene lugar en el mundo intrauterino.  Allí nuestros tejidos reciben diferentes estímulos (conferencias), en las diferentes etapas de nuestro desarrollo.  En la fase desde la fecundación a mórula, vivimos en un mundo rítmico, los latidos del corazón, el ritmo respiratorio como las olas del mar y el sonido de las tripas de nuestra madre conforman toda una sinfonía de sonidos, todo un masaje sobre nuestras membranas celulares.  En el paso de mórula a blastocito,  incorporamos el agua del interior del útero materno en nuestro interior, hacemos una pequeña bolsa de líquido materno que nos permite recibir las resonancias de la voz de nuestra madre a través de sus líquidos, empiezo a sentir esas vibraciones en mi interior, cada vez que la madre habla siento el resonar de su voz dentro de mí, ya no están fuera, por primera vez siento que existo. Una vez que he establecido una buena relación con este líquido en mi interior, me es fácil encontrar un lugar en el endometrio donde establecerme y poder crecer, la voz de mi madre me guía para encontrar ese lugar seguro.  El noveno día hago un pacto con la Madre, le entrego el líquido y ella comienza a darme vida con su sangre, un pacto de sangre y vida que no termina hasta el nacimiento.  Según voy construyendo mi sistema óseo puedo ir percibiendo frecuencias más y más variadas, y esto va alimentando cada vez más sofisticadamente mi cerebro, en muchas ocasiones pongo mi columna vertebral en contacto con la de mi madre y llego a pegar mi cráneo en un deleite acústico, esto me llena de placer y comprensión vital.



Imaginemos que en esta conferencia de nueve meses el orador, o sea, la voz de la madre y el sistema de difusión del sonido, que es su cuerpo, no están en óptimas condiciones de recepción y de emisión, que el mensaje acústico intrínseco en su sonido es de depresión y angustia de vivir, entonces nuestro desarrollo estará lleno de estrés, miedos y vacíos, habremos crecido por necesidad no por estímulo, vivir  será un suplicio, nuestros órganos y tejidos carecerán de una buena motilidad (movimiento interior) y movilidad (movimiento exterior), esto provocará tensiones en mi sistema orgánico y disfunciones fisiológicas, el paso de la pasiónemociónsentimiento  será traumático y nuestra salud orgánica y emocional se verá truncada, veremos que en nuestra vida repetimos siempre las mismas conductas y los mismos errores sin comprender porqué ocurren, en qué nos equivocamos.


Podemos entender también que si hemos tenido un mal desarrollo intrauterino, nuestros primeros tiempos extrauterinos estarán llenos de estrés, llegamos a un mundo nuevo sin estar preparados, desarrollados para adaptarnos a él, en estas condiciones mi neurodesarrollo se verá trastornado por mi psicodesarrollo y esto afectará a mi postura, y mi comportamiento. 
En fin tener la oportunidad de rescatar a estos pequeños embriones de nuestro interior, dejarles crecer y darles el lugar que biológicamente y psicológicamente ocupan en nosotros es darnos la oportunidad de vivir nuestra Vida en un estado de plenitud, ampliar nuestra realidad a todos los mundos que por nuestra Naturaleza nos pertenecen.  La gran condición para que nuestra cabeza viaje por estos cielos que se abren por encima de nosotros es tener un buen asentamiento en nuestros pies, este equilibrio ortoestático universal en la que el Cosmos es nuestra mente y la Tierra nuestro cuerpo.



Para finalizar quisiera recordar la frase con la que François Louche, padre de la Osteofonía, pedía la actitud de Escucha, creo que define en breves palabras este acto:

“Préstame el oído de tu corazón”

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